domingo, 13 de febrero de 2011

LAS FLATULENCIAS DEL GIGANTE

VERBO CACHANILLA
"LAS FLATULENCIAS DEL GIGANTE"

Por: Ing. Enrique Medina
Viajamos en Autobús. De Mexicali a Santa Ana, Sonora; y de Santa Ana, Sonora a Mexicali. Fue en el primer fin de semana de Febrero de 2011. Aparte de los beneficios sociales y familiares, este viaje también sirvió para constatar el tipo de inteligencia que está desplegando el estado mexicano por medio de sus fuerzas del orden. De regreso, en cuatro puntos distintos del camino a la ciudad cachanilla, fuimos literalmente detenidos y abordados por algunos individuos de aspecto conocido. De esos individuos cuyo rostro ya es popular en los noticieros cuando se anuncia la detención de narcos y se les exhibe de pie frente a una pared graduada. A excepción de los uniformados como soldados los demás personajes fueron una incógnita para todos nosotros; tenían cara de narcos y nunca se identificaron con los pasajeros; simplemente recorrieron el camión de extremo a extremo, observaban a la gente y sus bultos y bolsas que llevaban consigo. Caras de muro y mirada sicopática. -¿Quiénes son ustedes y qué buscan? Por si las dudas, mejor ni hablar. Uno de ellos le exige a un pasajero se identifique, diga de dónde viene y a dónde va, en qué trabaja y la ubicación de su centro de labores. Ese mismo examina todos los rincones hasta el último, da media vuelta, toma su radio y llama: “alfa 1…50, alfa 1…50”, baja del vehículo y rápidamente suben dos tipos con la misma pinta de fotografía de nota roja, pero con lámparas, desarmadores y un destornillador inalámbrico tipo taladro. Se van hasta donde se ubican los baños del autobús, golpean las superficies por un buen rato, hacen venir al chofer con unas llaves, siguen golpeando superficies cerca y sobre los sanitarios, aparentemente nada encuentran y después de unos quince minutos abandonan el lugar cruzando el pasillo como si no existiéramos los viajantes. En la siguiente parada, de nuevo suben y nos observan, examinan el exterior de las bolsas y bultos, se detienen para escudriñar a una abuelita y su nietecita, siguen moviéndose. Y uno se pregunta: si una hora y media antes ya nos inspeccionaron, ¿por qué insisten? Y sucedió al menos cuatro veces en un viaje de siete horas. ¡Cómo enfadan!
Para coronar nuestro aprendizaje, una joya. Pocos kilómetros antes de llegar a la ciudad de San Luis Río Colorado, fuimos testigos de una genialidad -¡me creo poseedor de una licencia para el sarcasmo! Una fila larga, larga, larga de camiones de carga. Atascados. Algunos de sus conductores yacían de pie observando –mientras esperaban poder moverse un centímetro- cómo nuestro intrépido operador de Bus rebasaba desafiante esta interminable y vergonzosa línea de espera. Varios kilómetros de extensión y choferes bostezando y rascándose la cabeza. Así lo dijo uno de los ocupantes de nuestro veloz transporte: ¡qué vergüenza! ¿Esto es toda la inteligencia que tenemos como mexicanos? Esto es un boicot contra alguien. Quizá ahora quieren echar a andar el ferrocarril.
Estoy de acuerdo pero solo Dios sabe. Lo que si estoy seguro es que el boicot no es contra los narcos. Y si las autoridades creen que lo es, pues ¡qué escasos de razonamiento! Cientos de toneladas de mercancías detenidas por horas y horas. Pérdida de dinero para muchos que luego nos cobran a los ciudadanos vía precios de los productos acá en la región Norte-Noroeste. Efectivamente ¡cómo enfadan!
¿Por qué no mejor se dedican a atrapar a los secuestradores y asesinos? Ya basta.
¿Y las flatulencias del gigante?
Pues con todo y los más de treinta mil mexicanos muertos para darle gusto al gandaya del norte, y todas las demás molestias a los ciudadanos vivos, este sigue echándose pedos hacia el sur. Y huelen muy mal. Que decir que México está a punto de cederle el control del gobierno a unos narcos es tener poca persona que da a luz. Y decir que los narcos y Al Qaeda andan en platicas asociacionistas y por lo tanto hay que enviar marines al territorio azteca, pues apesta muy feo. Estas son las flatulencias del gigante. Solo falta que se asocie con Francia para hacerle justicia –la justicia que quiere Francia- a la pobre Florencia Cassez. Huele mal. Huele a gases de heroinómanos, mariguanos y acidosis de puritanismo. Huele a que los negocios no han salido bien en Afganistán e Irak y no hay plaza rica que asaltar, quiero decir, no encuentran pretextos para saquear alguna otra plaza. Este grandulón anda buscando esos motivos. Si los sabios mexicanos lo permiten, los gringos lo van a lograr. Sé que no soy sabio, pero ahí les va mi humilde sugerencia para el estado mexicano: Dejen de perseguir cargamentos de mariguana. Persigan y atrapen a los secuestradores, asesinos, extorsionadores, ratas, defraudadores de la sociedad; métanlos al bote. Es más barato y urge. Si los de la vecindad no quieren sanar de sus adicciones a las drogas, pues es cosa de ellos. Que su sociedad y gobierno se encarguen, pero nunca a costa de nosotros. Lo que pasa es que piensan que su vecino es menso, y va a seguir dejándose. ¿Hasta cuando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario